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sábado, 13 de septiembre de 2014

El Protocolo de Wu Wei



EL protocolo de Wu Wei


“Todos ven lo que tu aparentas, pocos advierten lo que eres”

Maquiavelo


Wu Wei, había conquistado miles de sistemas estelares. Durante milenios, había ido perfeccionando sus sistemas de asedio y persuasión. Un maestro de la guerra y la diplomacia.

Al principio, sitiar un planeta y lograr su rendición le llevaba siete días aproximadamente. Cuanto más duraba el sitio, más radicales eran sus métodos. Si en cambio, los sistemas se rendían antes, la magnanimidad de Wu Wei ante sus nuevos súbditos era manifiesta.
Con el tiempo, la invencibilidad de Wu Wei se hizo legendaria y los planetas, resignados, se rendían luego de una resistencia simbólica.

La generosidad de Wu Wei se hizo conocida en la galaxia entera.
Su marcha imparable, no conocía límites.

Sin embargo un planeta, no  capitulaba, no respondía a ninguno de los sistemas conocidos de comunicación galácticos. Desde los más simples y evidentes, hasta los más amenazantes. Señalización con rayos cósmicos, patrones de aureolas boreales y australes, aparición de manchas solares, tormentas solares, terremotos, tsunamis y calentamiento planetario. Nada funcionaba. Este pequeño planeta no respondía, no se sometía ante el invencible Wu Wei.
Cansado de esperar a los embajadores en su nave insignia, Wu Wei, decidió ir en persona al planeta y transmitir sus términos ante sus representantes.

Preparó, su pequeña pero poderosa nave unipersonal, y descendió velozmente sobre el mundo que no respondía ante el conquistador galáctico más poderoso en un millón de años.
Aterrizó, en una zona despoblada, seguramente los sistemas planetarios habían detectado a su nave imperial y vendría a entrevistarse de inmediato. Después de todo, su nave había destacado con una parafernalia, de partículas subatómicas extremadamente inestables. Eso debería llamar la atención hasta el más primitivo sistema de comunicaciones.

Wu Wei salió de su nave, desarmado, así lo requería una embajada imperial. Todos en el universo lo sabían.

La noche era hermosa y las estrellas brillaban. Su vello corporal, se erizó, en contacto con la fría atmosfera. Las piedras estaban calientes, seguramente habían acumulado calor durante el día. El aroma era penetrante, las resinas perfumadas de la vegetación llenaron sus sentidos, he hizo viajar su imaginación hasta su planeta natal, el lejano y antiguo Xelidoor.
 Wu Wei amaba el cielo estrellado, le recordaba, sus responsabilidades, sus súbditos, todo lo que aún faltaba por ver y conquistar.

Mientras descendía, había visto ciudades iluminadas, estos seres no amaban a las estrellas. Que derroche de energía, sentía el miedo que estos seres  tenían por  la oscuridad, por la sagrada noche. Una mueca de disgusto cruzo su cara.

Wu Wei, activó su traductor universal, sería muy severo pero justo  con estos primitivos.
Continuó avanzando por el paisaje, la negrura todo lo cubría, pero la luz de las estrellas para sus sensibles ojos era más que suficiente.

Algo le llamo la atención, un sistema antiquísimo de señalización, un cartel, pintado. Su traductor descifró rápidamente los signos y símbolos.

“Peligro, no pasar, Frontera” y mas allá otro, “Alto, no pasar, guardias armados”
Wu Wei, no lo podía creer, estaba en estado de shock.

Estaba en peligro, en un terrible peligro. Estos seres eran increíblemente primitivos, aún tenían fronteras internas, se mataban entre ellos y él estaba desarmado.

De pronto, un ruido, un vehículo se acerca y dos luces se proyectan sobre el campo. Asustado Wu Wei, empezó a correr, tratando de llegar a su nave.

Escuchó sonidos guturales, voces de alto, imperativas, violencia. Uno, dos estruendos.
Wu Wei cae herido, moribundo, sin coraza protectora que lo protegiera estaba completamente indefenso ¿Quién se atrevería a herir al emperador del universo?

Con sus últimas fuerzas, vio a los seres bípedos, de piel descubierta y sin pelos que se acercaban. Parecían llevar un atuendo, un uniforme. Estos seres no solo temían a la noche, sino que también negaban su desnudez, el contacto con su medio.

Barreras, fronteras, luz para negar el ciclo día-noche, armas que utilizaban sin pensar o medir las consecuencias.

Estos seres olían a miedo en todo su ser.

Wu Wei, en sus últimos momentos de consciencia, vio a los brutos que se acercaban. Humanoides, primitivos más allá de toda explicación.

Se acercaron aún más y Wu Wei pudo entender lo que decían.

-Que animal más raro Dany, nunca había visto algo igual- Dijo el primer hombre que se acercaba-. Mira que pelo más extraño. Cuando lo vi desde lejos estaba, caminando erguido en dos patas. Pensé que era un espalda mojada. Pero luego cuando gritamos se puso en cuatro patas y empezó a correr como endemoniado.

-Si Carl, parecía un oso- Dijo el otro guardia-. Pero es muy extraño. Mira su cara, es casi humano, una mezcla de negro con chino, que feo que es. Tómale una foto, la subiremos a la red. Su cabeza será un buen trofeo junto a la chimenea.

Wu Wei, perdió la consciencia y el protocolo final se activó. La sonda nanocerebral, envió todos los datos, emociones y experiencias de Wu Wei a uno de los cientos de clones de reposición que esperaban en la nave insignia de la flota.

Por otra parte la “muerte” del emperador, en una embajada diplomática, no podía ser tolerada. El pequeño planeta fue irradiado con microondas, sus mares vaporizados y todos sus seres vivos hasta el nivel unicelular exterminados. Una forma cruel de escarmiento, pero que el resto de la galaxia no olvidaría.

Wu Wei, en su nuevo cuerpo, estaba contrariado y satisfecho a la vez. Contrariado porque sus especialistas en culturas primitivas habían perdido una excelente oportunidad de estudio. Estos seres eran los más salvajes y primitivos que se habían encontrado. Una verdadera lástima.  Satisfecho, porque había actuado bajo la ley imperial y había realizado un pequeño sacrificio por su pueblo.

Ahora no sólo sería temido sino también amado, tal vez,  su más grande triunfo sin habérselo propuesto.

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