El creador
“Dios, si existiera, se reiría de su creación”
Iris Murdoch
Hace
diez mil millones de años que recorro el espacio. Inicialmente era solo un
explorador. Los años pasaban presurosos.
Mi
raza es muy antigua, yo soy el último que queda. Mi cuerpo hace mucho que fue
consumido, mi cerebro conectado a maquinas, se regenera continuamente. Los
bancos de memoria óptico-cuánticos almacenan recuerdos de mundos y estrellas
que ya no existen. Mi nave recorre el universo, busco vida e inteligencia, pero
solo encuentro rocas y hielo
.
El
universo está vacío. Vacío de vida. El hastío y la monotonía me dieron el
valor. El valor de crear y sembrar vida.
Inicialmente
comencé a hacer copias de mi mismo, y las comencé a enviar a todos los rincones
del universo, con la misión de sembrar los planetas que encontraran.
Luego
de millones de años de estudio, comprendí que era muy costoso y poco práctico
hacer copias de mi mismo, y empecé a enviar sondas, con cerebros simplificados,
con el único objetivo de explorar y sembrar.
Finalmente
comencé a encerrar, moléculas autorreplicantes, en fragmentos de meteoritos,
tratando de sembrar millones y millones de mundos.
El
universo envejece y estoy solo.
Pasan
los eones, las estrellas nacen y mueren, acumulo conocimientos más allá de lo
inimaginable. Pero la vida no aparece y hace tanto que recorro y siembro planetas
estériles.
No
puedo morir, pero paso más y más tiempo dormido, tratando de olvidar mi fracaso,
es más sencillo evitar el terrible peso de la soledad.
De
pronto, una señal de radio, en una pequeña galaxia, en el brazo espiral,
cercana a una estrella amarilla.
Pliego
el espacio y el tiempo y ya estoy allí a pocos años luz. Acelero. La señal es
más fuerte, imágenes, sonidos, armonía, violencia. Inteligencia, primitiva,
pero al fin inteligencia. Tengo tanto para enseñar, para transmitir.
Acelero,
ya deseo estar allí.
Sin
darme cuenta, con tanta prisa, he chocado a enorme velocidad, contra una
extraño y pequeño vehículo muy primitivo. La sonda tiene una inscripción,
“Voyager 1”. Lleva un disco, si pudiera llorar de emoción lloraría, lleva un
saludo en decenas de idiomas, cuanta cultura, cuanta inteligencia. Mis hijos.
No llegaré a conocerlos. EL choque con la “Voyager” ha dañado, por increíble
que parezca y contra toda posibilidad, mis generadores. En pocos segundos, mi
nave estallará como una pequeña nova. Tengo tanto para enseñarles, tantos
conocimientos que transmitirles. El universo me juega su final y cruel broma.
En el instante final, si pudiera reírme, reiría con fuerza.
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