Elías perdido en un ciclo infinito
“El infinito ciclo de las ideas y de los actos, infinita invención, experimento infinito, trae conocimiento de la movilidad, pero no de la quietud; conocimiento del habla, pero no del silencio; conocimiento de las palabras e ignorancia de la palabra”
T.S.Eliot
Elías estaba perdido en un ciclo infinito de repeticiones y
errores.
Daba vueltas y vueltas, miraba como ciego sin ver. Palpaba
con sus manos el vacío.
-¿Dónde estoy? ¿Dónde estoy? ¡Estoy perdido en un ciclo
infinito, atrapado para toda la eternidad!- Elías repetía siempre lo mismo-.
No importaba si estaba, caminando en la calle. Sentado en
una plaza. Caminando en el bosque, sentado con unos amigos. Siempre repetía lo
mismo, en voz alta o en silencio. A veces solo bastaba una mirada, y allí
estaba una y otra vez el desesperado pedido de auxilio. Todos sabíamos que era
un pedido de auxilio, todos menos Elías.
Un día como cualquier otro, Elías caminaba en círculos dando
vueltas sobre sí mismo, extendiendo sus brazos y manos. Sus ojos ciegos, aunque
podían ver pero solo miraban. El parque era inmenso y los arboles eran altos.
El sol resplandecía.
Todo estaba allí al alcance de la mano. Pero Elías no
sentía nada. Siguió allí dando vueltas,
llegó la tarde y las estrellas y el mismo movimiento de Elías, en círculos,
girando, moviendo las manos…entonces ocurrió algo increíble. El mismo universo
comenzó a girar, las estrellas y la luna comenzaron a seguir el movimiento de Elías,
como mariposas que siguen una luz demasiado intensa. Todo empezó a vibrar, a
brillar, los colores eran maravillosos, todo giraba, todo el universo se fundía,
se mezclaba en ese momento danza y música por medio del silencio y la quietud.
Sólo una voluta, menos que un átomo, en el ojo de dios.
Van Gogh pintaba “La
noche estrellada”, en ese mismo momento o tal vez en otro, su mente se perdía
pero nos iluminaba a todos, más potente que todas las centrales nucleares
existentes o por existir. Todas las estrellas en un lienzo.
Finalmente entendí que sólo Elías era sincero, que él sabía
que estábamos perdidos, que no sabíamos dónde íbamos y que solo el después de
perderse más completamente que cualquier otro ser humano, había encontrado
tierra firme.
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