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domingo, 7 de septiembre de 2014

El Valle



EL Valle

"La evolución es el movimiento infinito de cuanto existe, la transformación incesante del universo y de todas sus partes desde los orígenes eternos y durante el infinito del tiempo".

Élisée Reclus

“Toda transformación requiere sacrificio”

Dan Brown

La muerte como el nacimiento, es sólo una transformación.” 

Gottfried Leibniz

El valle corría de norte a sur, entre elevadas colinas, que se extendían por cientos de kilómetros. La colinas detenían los vientos de todas las direcciones, filtraban el agua y la acumulaban.

Por cientos de miles de años, luego del gran desastre, el valle había estado protegido de la lluvia radioactiva que asolaba gran parte del planeta.

La radiación ultravioleta también había aumentado y los animales y plantas eran muy pigmentados, tratando de protegerse de la impiadosa mirada del sol.

En el valle, las laderas umbrías y húmedas, brindaba oportunidades a los animales y plantas para crecer y multiplicarse.
En ese valle vivían,  las astroplumas.  Eran mariposas, muy bellas.

Sus orugas de color verde, amarillas y negras comían las abundantes grapuláceas que crecían a lo largo de los abundantes arroyos y riachos.

Con el transcurso de los milenios la vida se adaptó. Las toxinas que las orugas acumulaban, comiendo las hojas de las plantas, las protegían de la mayoría de los depredadores. Pero el equilibrio en un ecosistema tan reducido y frágil, rápidamente se quebró.

Ciertos pájaros se volvieron resistentes, a las toxinas y comenzaron a depredar masivamente a las orugas. El número de astroplumas se redujo cada vez más. Cada vez eran menos las enormes mariposas, que revoloteaban sobre los campos, buscando el néctar de las flores y compañeros para reproducirse.

El clima se volvió mas frío y seco, las grapuláceas, plantas muy sensibles a los cambios de temperatura, decayeron notablemente. Las astroplumas, estuvieron muy cerca de extinguirse.
Con los años las astroplumas se volvieron más y más raras, y solo se encontraban en los lugares más aislados y oscuros del valle.

Allí de un huevo desconocido y secreto, nació  Crk.

Crk, creció y se transformó en una oruga muy extraña. No le gustaban las gráciles y delicadas grapuláceas, sino que comía las ariláceas, plantas de hojas rojas y azules, increíblemente toxicas. A medida que pasaban los días, Crk iba tomando el color azul y rojo, acumulando las toxinas de su alimento. Los pájaros no se le acercaban, ni tampoco los primitivos marsupiales insectívoros que pululaban por el valle.

El tiempo pasaba y mientras las otras orugas, morían por la sequía, falta de alimento o los depredadores, Crk crecía y crecía.

Algunas pocas orugas, entraron finalmente en estado de crisálida. Muchas murieron, en medio de una espantosa sequia y la destructora luz ultravioleta.

Crk, solitaria, continuaba alimentándose y creciendo, pero por alguna extraña razón no entraba en estado de crisálida. Crk seguía los designios de un sendero nuevo y oculto.

Con el transcurso de los meses, una extraña urgencia, se apoderó de Crk. Subía y bajaba por los tallos y unos extraños tubérculos porosos crecieron sobre su espalda, liberando un extraño aroma.

A los pocos días apareció Aoo.

Aoo era hermoso pero distinto. Rojo y azul como Crk. De protuberantes ojos negros, con espinas negras. Fue subiendo en espiral, por el tallo, en una danza que se asemejaba a la de las astroplumas aladas, pero diferente. Los espinas en el dorso de Aoo, exhalaban un olor que atraía irresistiblemente a Crk.

Finalmente se unieron. Pasaron horas unidos, uno al lado del otro. Pasaron la noche con la luna, presente y silenciosa. La niebla cubrió el valle, y  la oscuridad cubrió el valle.

Al otro día Aoo estaba caído, sobre la hierba. Seco y muerto.

Crk, se movía ondulándose, tenía un hambre feroz. Comía y crecía.

En un momento álgido de la sequía, y en un pico atroz de luz ultravioleta, Crk se quedó quieta. Poco a poco perdió sus colores.

Finalmente Crk murió.

El olor que exhalaba su cuerpo muerto mantenía alejado a los seres curiosos.

Las otras orugas y mariposas veían con curiosidad lo que una vez fuera una extraña oruga. El cuerpo de Crk, se volvió una gelatina transparente, deforme y espantosa. Con los días se secó, luego se contrajo.

Al contraerse, se formaron cuatro contornos,  apretados por la piel de Crk, protegidos por la piel de Crk.

Cuatro huevos, protegidos por el cuerpo muerto de su madre.

Rojos y azules. Los huevos transformaban el calor, la radiación y la luz ultravioleta en energía.
En la fría noche, los huevos se rompieron. De allí nacieron cuatro mariposas, las más grandes y bellas  jamás vistas, rojas y azules. Con la energía cumulada durante el día, bombearon sangre a sus grandes alas, que se expandieron y ocultaron las estrellas.

Las grandes mariposas, volaron más allá del valle protegido.

De diversos puntos del valle, se observaba la grandiosa migración.

Las astroplumas rojiazules abandonaban el paraíso, salían a la conquista del mundo.

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