EL árbol de la luna
“A veces nuestro destino semeja un árbol frutal en invierno. ¿Quién pensaría que esas ramas reverdecerán y florecerán? Mas esperamos que así sea, y sabemos que así será.”
Johann Wolfgang Goethe
Juan Pickwooth, era un hombre rico, inmensamente rico.
La Tierra se moría y el amaba los bosques.
Invirtió miles de millones en desarrollar, nuevas formas de vida.
Le pidió a los biólogos que modificaran ciertos seres
unicelulares para que pudieran vivir en condiciones extraterrestres, soportar
el vacío y la falta de agua, pasar de casi el cero absoluto a cientos de grados
Celsius.
Los recursos eran ilimitados y el desafío formidable.
Primero desarrollarían vida unicelular, luego plantas simples,
finalmente un árbol. Un árbol plateado que pudiera crecer en la luna. Algo que el hombre no pudiera matar fácilmente.
Cientos, de biólogos trabajaron durante décadas, pero finalmente
lo lograron. Pickwooth murió, nunca llego a ver el resultado por el que tanto
había invertido.
Los científicos, evolucionaron una célula capaz de trabajar
con átomos de carbono y de silicio, abundante en la luna. Los átomos de silicio
agrupados en diferentes configuraciones, podían volverse reflectantes u opacos,
reflejando u absorbiendo la luz solar.
Cada célula era un ecosistema, pues el agua es preciosa y no
podía ser liberada al medio, si el medio es el vacio, por lo tanto la célula la
recirculaba, dentro de sus propios límites, con una eficiencia altísima. Las
pocas moléculas que se perdían, podían ser recuperadas, por un sistema de síntesis
a partir del oxígeno, protones y electrones.
Una vez obtenida, esta primera célula capaz de sobrevivir en
la luna, los biólogos, diseñaron organismos cada vez más complejos, colonias,
plantas sencillas y finalmente plantas con tallo.
Cada uno de estos organismos, era un ecosistema cerrado, pero llegado el caso
podían fusionarse e intercambiar materia, energía e información. Era un
ecosistema que crecía y se desarrollaba.
Finalmente diseñaron el primer árbol lunar, no era muy alto
inicialmente, pero con el tiempo cada ejemplar podría alcanzar casi los cien
metros de altura. Era Brillante como la plata cuando los cristales reflejaban
la luz del sol, pero también podía volverse negro como el ébano, tan negro que
casi era invisible.
Los biólogos sabían que el árbol en la luna necesitaría un
ecosistema, solo no podría sobrevivir, por eso introdujeron junto con los
arboles, seres unicelulares, semejantes a bacterias, otros equivalentes a
protistas, otros como plantas y animales sencillos.
En el año 3145, el primer árbol lunar fue plantado. Cada año
el árbol, producía un retoño, que crecería cercano al árbol madre.
El último bosque en la tierra fue destruido, en el 3175.
La tierra inhabitable, saqueada, sus mares muertos y sus
suelos contaminados, fue abandonada.
Solo quedaron los arboles cristalinos en la luna, con su
bosque de locura y magia.
Cada cien años se producían nuevos árboles y el bosque crecía
lentamente.
Pasaron cien mil años y miles de millones de árboles de la luna
crecían formando un bosque de maravillas.
Los humanos regresaron un día a la tierra, el brillo de la luna
los atrajo al olvidado planeta madre. Un hijo fatigado que luego de un largo
viaje, vuelve a casa de su madre. Cuando llegaron a la tierra destruyeron sus
naves y sus armas.
Cultivaron el fértil suelo, y de noche observaban la
brillante luna.
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