El espejo y la espada.
“En el santuario hay una espada”
Jorge Luis Borges
“El viejo bardo
Sueña con un espejo
Que no refleje”
Magnus Bolfort
Hoy he meditado bajo la sombra del ginkgo sagrado.
El calor de la tarde
y el murmullo del río me han adormecido.
He visto en el agua del tiempo al viejo poeta ciego escribir
un haiku, nombrando un espejo y una
espada que aún no existen.
La luna, un tigre, el
agua, la espada, un espejo, una flor, son sólo formas del tiempo, algunas puedo
crearlas otras no.
Soy el maestro hacedor de espadas, del shogun.
Debo completar mi
destino, forjaré una espada y moldearé un espejo de metal, que luego enviaré al
santuario de Ise.
Así cuando el poeta nombre estos objetos, ellos existirán,
porque yo los hice.
Dentro de mil años, una espada y un espejo reflejarán a un poeta que no puede ver su
imagen.
Dentro de mil años alguien me imaginará y escribirá este
relato para llenar sus noches y completar de otra manera el universo.
Lo que no sospecha el autor, es que de cierta forma yo lo he
creado al nombrarlo y lo justifico. Tal vez, ambos, somos el producto de una noche de
insomnio de un poeta, que sueña con espejos que se multiplican infinitamente.