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sábado, 6 de septiembre de 2014

Vara de Hierro



Vara de hierro

 "Pero en las ciudades de esos pueblos que el Señor, tu Dios, te dará como herencia, no deberás dejar ningún sobreviviente. Consagrarás al exterminio total a los hititas, a los amorreos, a los cananeos, a los perizitas, a los jivitas y a los jebuseos, como te lo ordena el Señor, tu Dios"

(Deuteronomio 20: 16-17)

 “No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesari0"

Benedicto XVI

 “…y  las regirá con vara de hierro”

(Apocalipsis 2:27)

“El ateísmo y el secularismo deshumanizante son las plagas de nuestro tiempo”

Benedicto XVI




Finalmente llegó el día señalado.

Las huestes de ángeles se prepararon. Las hordas celestes estaban listas.

El día del juicio había llegado. Luego de tanta eras lejos de la tierra, Dios había regresado.

La humanidad sería juzgada, el ángel de Dios bajó a la tierra con vara de hierro.

Pero al llegar nada vió.

Cayó arrodillado, llorando, mientras tomaba con sus puños el suelo radioactivo que una vez fuera tierra cultivable y viva.

Nada había quedado. Hace mucho tiempo que la humanidad había desaparecido en la locura de la guerra. Dios se había equivocado, la humanidad no necesitaba ser juzgada, necesitaba ser ayudada.

Se levantó y con su rodilla quebró la vara de hierro que Dios le había dado.

El no era tan poderoso como Dios, pero levantó el  polvo contaminado, marchito para siempre y le insufló vida. Le dio alas, para que pudiera volar y lo modeló con paciencia y amor. Alas para volar con la imaginación y nunca caer en la desesperación.

Esta vez no habría pueblo elegido. Pues todo ser vivo es igual y todo ser humano es amado por igual por la creación. No habría hecatombes, ni sacrificios, ni exterminios,  ni tierra prometida, pues todo el universo es el jardín del hombre.

No habría árboles prohibidos, pues la ciencia y la vida son herramientas del hombre.

No habría dios, pues aunque el ser que se hacía llamar dios estaba por encima de los ángeles, en poder, no era omnipresente ni todopoderoso.

No habría diluvio, ni juicio por el fuego. Pues la humanidad aprendería de sus errores y la razón y el amor finalmente primarían.

No habría, paraíso ni cielo ni infierno, pues el hombre posee una vida que es más maravillosa y más grandiosa que cualquier otro regalo o recompensa y que merece ser vivida más allá de todo riesgo y castigo.

Al hombre no se le daría  primacía ni dominio sobre los otros seres vivos, si no respetaba a los animales y plantas, el mismo caería. EL hombre era parte de la creación, no el centro, ni siquiera la parte más importante.

Cuando Dios vio lo que el ángel había hecho, su ira fue inmensa.

Una mano del tamaño  de una cadena montañosa descendió,  aplastó al ángel y su creación.

El ángel fue destruido, y su creación fue destruida.
Dios sonrió, después de todo, si había habido un día del juicio final.

El nunca se equivocaba.

2 comentarios:

  1. Una buena narración y un interesante punto de vista. Me gustó.
    Saludos.

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  2. Gracias Ricardo por comentar. Creo que sólo trato de alaborar un poco la locura que es el mundo, para poder seguir viviendo preservando, en algo, la cordura. Saludos

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