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sábado, 13 de septiembre de 2014

La Nave




La Nave

“El ser humano es un experimento; el tiempo demostrará si valía la pena”.


Mark Twain

El vehículo era gigantesco, de un color negro que parecía absorber toda la luz que lo rodeaba.

Había aterrizado en una zona deshabitada, una gran pradera salvaje, pero aún así había arrasado con kilómetros de terreno.

Inmediatamente se reunió un comité de expertos que durante  semanas  estudió el exterior, mientras el vehículo se enfriaba lentamente.

El material externo estaba hecho de algún tipo de polímero, capaz de cambiar de estado. La superficie absorbía la radiación, pero según la longitud de onda absorbida, en algunos casos, emitía una débil fluorescencia. También en forma inesperada, la nave parecía brillar en su interior, con una breve pero brillante sinfonía de colores. Otras veces, cuando el crepúsculo llegaba, la nave respondía con un contrapunto de formas y colores.

En general la nave era silenciosa y negra como el interior de una pirámide, pero en ciertas ocasiones ante el canto de un pájaro, la nave parecía reírse o producir un “ohhhh” de asombro. En las noches con luna, la nave brillaba o reflejaba las estrellas pero moviéndose a gran velocidad como si el tiempo pasara rápidamente.

Los días de lluvia y tormenta eran espectaculares y aterradores, pues la nave emitía rayos y las nubes parecían pasar a cientos de kilómetros por hora en su superficie. Nadie sabía si eran imágenes o simulaciones de algún tipo generadas en el interior de la nave.

Fue maravilloso cuando llegó la primavera, y las primeras flores se abrieron cerca de la nave. Esta inicialmente copiaba formas y colores,  pero un día los sensores detectaron una corriente de aire que parecía entrar en la nave, a través de su superficie. Los investigadores que estaban cerca sintieron el perfume de las flores, pero con delicadas variaciones, profundas y sutiles. Los pocos que pudieron sentirlo relataban que la experiencia les había cambiado la vida.

Algunos expertos creían que la nave era en realidad un ser viviente que intentaba comunicarse con nosotros, apoyaban esta conclusión en el estudio de las formas y símbolos que a veces aparecían brevemente en la superficie del aparato.
Sin embargo no había un consenso generalizado. Lo más sorprendente seguía siendo la falta de respuesta ante cualquier intento de comunicación. La nave nunca respondía a nuestros estímulos. Pero ante la brisa, el amanecer o una tormenta la nave imitaba sonidos formas y colores, inclusive cuando un ave o una hormiga se acercaban, el vehículo cambiaba su luminosidad.

EL único fenómeno ignorado, era el ser humano mismo.

Con el tiempo la nave se enfrió lo suficiente para realizar un examen a corta distancia, de esta forma pudimos observar una entrada o hueco en uno de sus costados. Nadie sabía cómo se había producido, si se había abierto de repente o si había sido producto del impacto contra la tierra o con un objeto en el espacio.
Finalmente, el comité recomendó que un grupo calificado explorara la estructura y penetrara en su interior.

Fueron seleccionados de acuerdo a nacionalidades y campo de estudio.
Programadores, historiadores, físicos, químicos, biólogos, ingenieros, filólogos, también militares y políticos. De varios países y culturas diferentes.
Ingresaron a la estructura, que por primera vez se iba iluminando débilmente cuando pisaban la superficie, por otra parte más negra que cualquier material existente.
Parecía ser, un polímero líquido pero capaz de comportarse como una cerámica o de vitrificarse inclusive. A los biólogos les recordó ciertas propiedades de las membranas biológicas.

A medida que ingresaban en la nave, se hacía evidente su complejidad. No era de diseño humano evidentemente. Los investigadores tenían la impresión de ingresar en un organismo viviente, algo parecido a una botella de Klein o a un tubo dentro de un tubo, como un celoma en los seres vivos. EL material negro pero traslúcido confundía los sentidos, saturaba de información a los pobres cerebros humanos que interpretaban como podían lo que estaban viendo.

Luego de horas de caminar por los conductos de la nave, no habían descubierto nada.
No había mensajes, ni terminales de computación, ni ningún ser viviente, más allá de la nave misma, si es que lo era.

Finalmente, llegaron a una cámara muy amplia, débilmente luminiscente con destellos dorados. En el centro había una especie de pedestal circular u ovalado y suspendido sobre éste una gran estructura ovoide, del mismo material oscuro, pero en un estado cambiante como un gel viviente.

Fue asombroso, ante los ojos de los presentes  se materializó un hombre, en posición fetal, tenía los ojos cerrados y sus tejidos parecían transparentes, todo estaba hecho del mismo material de la nave pero brillaba levemente. Podíamos verlo con increíble detalle, tanto sus rasgos como sus órganos. Superpuesto o  dentro de él se observaba una cinta, como una cinta de Moebius, pero infinitamente más compleja, parecía tener escrito símbolos o números, algo similar a un código binario o escritura cuneiforme, probablemente un código con billones de caracteres. Nadie podía precisar si el código estaba en el interior del hombre o si estaba tatuado en su piel, era algo increíble y cambiante.

Lentamente  la imagen se transformó, aparecieron moléculas autorreplicantes, luego células, seres primitivos, todo se modificaba a increíble velocidad y armonía. Con cada salto evolutivo se producían nuevos pliegues, giros y cambios en  la cinta. Rápidamente aparecieron los primeros animales, peces, anfibios, reptiles y mamíferos, por último el hombre.

De pronto, la cinta de Moebius dejo de moverse, y claramente podía verse en la cinta la cifra en años que habían transcurrido desde la primera célula hasta la aparición de los seres humanos, casi cuatro mil millones de años. A pesar de sus diferentes formaciones y culturas todo el equipo de investigación había interpretado lo mismo.
La imagen tridimensional quedó en espera, mientras un punto titilaba, tal vez alguien en algún lado meditaba una decisión.

Tres segundos que fueron eternos, la figura humana se fue apagando lentamente y  la más absoluta oscuridad llenó la estancia. Luego, todos los seres humanos en la cámara escucharon una voz directamente en su corteza auditiva, cada uno en su idioma.

-Experimento 1014350050688939393920202020…terminado-.

Nadie pudo verlo, pero si algún observador exterior hubiera estado en luna, habría visto cómo la tierra estallaba en una vibrante lluvia de colores.

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