El vuelo
“¿Acaso el destino preservaba mi razón
sólo para arrastrarme irresistiblemente a un final más horrible e impensable de
lo que haya podido soñar nadie?”
Howard Phillips Lovecraft
Teresa Barnes, sufría una grave enfermedad. Siempre había sido
muy independiente, pero ahora necesitaba volver a ver su familia. Ansiaba tanto
reunirse con su familia, hacia tantos años que no veía a sus padres.
Decidió tomar un avión,
y relajarse en el vuelo, durmiendo un poco. El vuelo no era muy largo
aproximadamente una hora y media.
Fue así como poco después de subir al avión, sintió sueño y
se quedó dormida, a pesar del bebé que lloraba y los niños que jugaban en
asientos cercanos al suyo.
Teresa no sabía que la había despertado, tal vez fue la
falta de ruido. Cuando se despertó no sintió al bebe llorar, ni ruidos de ningún
tipo. Se sentía algo mareada, y cuando se despejó un poco empezó a mirar en
todas direcciones.
El avión estaba vacío.
Se asustó tremendamente y se sentía descompuesta. Pero antes
que el pánico se apoderara de ella, pensó que el vuelo había aterrizado y que
se habían olvidado de despertarla.
Pero al ver por la ventanilla vio que el aparato seguía en
vuelo.
Lentamente el terror se apoderaba de ella. Todo estaba
brillantemente iluminado, se sentían los motores, y los monitores pasaban las típicas
películas de entretenimiento.
Se levantó y camino por el pasillo hacia el compartimiento
de las azafatas, pero al llegar vio que no había nadie, pero el café estaba
recién preparado.
Continúo caminando hacia la cabina de los pilotos. La puerta
estaba cerrada pero no completamente, eso era muy extraño. Golpeó la puerta
pero nadie contesto. Empujo la puerta y vio la cabina. No había nadie. Aparentemente
el avión estaba en piloto automático, y
atravesaban una densa cortina de nubes irreales.
Las luces titilaban y el timón se movía lentamente, el avión estaba completamente vacío. Todo estaba limpio y acomodado,
no había habido ningún accidente, ni alarma, simplemente la gente no estaba.
No era posible, no era posible se repetía a sí misma, parada
en el pasillo del avión que viaja en un mar de nubes.
Teresa Barnes tenía razón no era posible, su cuerpo reposaba
en la clínica de estasis “Nueva Vida”. Esta clínica de estasis ofrecía el
servicio habitual a pacientes terminales, que querían esperar a que apareciera
un tratamiento personalizado para su enfermedad, pero ofrecían algo más un
sueño personalizado. Mediante estímulos directos al cerebro las computadoras
programadas previamente podían despertar recuerdos e inclusive simular
distintas experiencias a elección del paciente.
Cuando el tratamiento curativo era desarrollado y aprobado,
el paciente era despertado para que pudiera ser curado, podían pasar dos años o
cincuenta.
Teresa había elegido un sueño sencillo, volver a ver a sus
padres, volver a la vieja casa de su infancia, disfrutar de unas vacaciones
relajantes.
Desafortunadamente para Teresa Barnes, un error en el código
del programa, un bucle que se repetía una y otra vez, la obligaba a seguir
soñando que viajaba en el avión. Pero el programa estipulaba que el vuelo solo
duraba unas pocas horas y por lo tanto borraba a los pasajeros, azafatas y
pilotos. La mente de Teresa Barnes había quedado atrapada en un bucle infinito.
Dos años después de ingresar al instituto, Teresa Barnes fue
despertada, para iniciar el tratamiento que la curaría y le permitiría retornar
a su vida.
El único problema es que estaba loca completamente loca.