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lunes, 8 de septiembre de 2014

La Playa



La Playa

“A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar”

Franz Kafka


Glyphoos, nadaba acercándose a la playa, estaba eufórico.

La abundancia del oxígeno, de alimento, había descubierto el paraíso.
Su especie, había evolucionado en las profundidades. Trescientos millones de años de evolución.
 
Inicialmente eran muy primitivos y pequeños, sus débiles apéndices, recogían alimento y servían para nadar como remos. Con el tiempo sus ganglios cerebroides se fusionaron y crecieron.

En pequeñas cuevas desarrollaron las primeras herramientas. Allí en grandes profundidades dominaron las rocas ígneas, purificaron metales y los forjaron.
Domesticaron a otras especies, dominaron la biología y la genética. Construyeron exoesqueletos, de quitina reforzados, un armazón poderoso para sus débiles cuerpos.

Exploraron, los mares y sus profundidades. Les llevó miles de años desarrollar los métodos para conquistar la superficie, el mundo exterior. Sólo se habían acercado con pequeños seres sintéticos y sensores a distancia.

Glyphoos era el primer exonauta.

Revestido del más sofisticado exoesqueleto, maravillado por la luz y la riqueza de los mares superficiales, Glyphoos avizoraba un nuevo horizonte para su especie.

Controló la poderosa armadura que lo protegía, la más sofisticada máquina creada por su ciencia.

La rompiente y la marea eran fuertes,  la arena era dorada, y la estrella brindaba gigantescas cantidades de energía.

La atmosfera era delgada, los colores brillantes, todo era desconocido y maravilloso. Un nuevo universo  que explorar.

De pronto, sus apéndice recogieron vibraciones, algo se acercaba.

Las cámaras exteriores diseñadas como ojos facetados, percibieron sombras y formas aproximándose.

¿Acaso este mundo estaba habitado por criaturas inteligentes?

-Mamá, mamá, mira que bicho más raro- Dijeron los niños casi al unísono, mientras corrían.

La madre de Jorge y Gladis, se acercó corriendo, sus dos pequeños hijos, podían ser picados o mordidos por algún animal marino.

Cuando vio la criatura, mezcla de cangrejo con un primitivo escorpión marino, gritó a sus hijos que se alejaran y fue en busca de la vieja sombrilla familiar.
Glyphoos, asustado, trató de escapar, pero la criatura se acercaba a infernal velocidad.

Inició un protocolo de comunicación, levantando sus pinzas y apéndices y adoptando una postura no agresiva, inmóvil. Tenía que comunicarse con las criaturas. Simultáneamente enviaba todos los datos posibles a   su base, sus descubrimientos no debían perderse. El mundo exterior estaba habitado por criaturas inteligentes y potencialmente agresivas.

La mujer se acercó, el cangrejo se quedó quieto amenazando con sus pinzas, y ella no lo dudó, le clavó la sombrilla en el caparazón.

Glyphoos, el primer exonauta, en shock, sorprendido y malherido trató de escapar de su nave, el exoesqueleto estaba destruido.

Se arrastró fuera, de la armadura, pero el sol y la presión exterior, lo quemaron y sus tejidos hirvieron. No había escape.

La mujer horrorizada, veía como una criatura salía del cangrejo, sin duda, un parásito. Muchas criaturas marinas tenían estos horribles engendros dentro de sus cuerpos.

No lo dudó, y de un pisotón terminó con el miserable ser.

Por la noche cenaron rica carne de cangrejo.

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