La apuesta (un tributo a Stanislaw Lem)
“Yo creo que habría que inventar
un juego en el que nadie ganara”
Jorge Luis Borges
Tres
constructores viajaban por la galaxia, muy aburridos, es difícil estar riéndose
del mismo chiste durante miles de millones de años. Aun los constructores
pierden su inspiración.
Oh,
volaba en una nube de cometas, distraído y sin pensar en nada. Uk, soplaba
burbujas sobre la cabeza de Oh, que no le prestaba atención. Re, caminaba sobre
un cinturón de asteroides recién formado, le gustaba hacer equilibrio entre los
planetoides que aun quemaban los pies.
Oh, salió
de su ensoñación y les dijo:
-¿Qué les
parece si hacemos una apuesta?-. Les propongo que elijamos un sistema estelar
en formación y que allí diseñemos diferentes forma de vida. Cada uno elegirá un
planeta, y allí podrá hacerlo que quiera, pero sin interferir con los demás. El
que logre mantener la vida en su planeta por más tiempo, hasta que el sistema
se extinga, gana la apuesta. Digamos hasta que la estrella se transforme en una
nova o en una enana marrón.
-¿Están
de acuerdo?- Preguntó nuevamente Oh-.
Estaban
tan aburridos, que todos estuvieron de acuerdo. No estaba permitido hacer
trampas.
Viajaron
unos miles de años luz, hasta que encontraron un sistema en formación, un magnífico
disco de acreción, una estrella muy joven.
Re eligió
un planeta relativamente cercano, a la estrella.
- Quiero
que la vida se desarrolle rápido, así será compleja y podrá adaptarse a medida
que el sistema envejezca- Justifico Re su elección-. Aunque nadie le había
preguntado nada.
Uk,
eligió un planeta más pequeño y lejano, mucho más frio.
-Yo creo,
Re- Dijo Uk-. Que tu planeta se calentará demasiado a medida que la estrella
madure. Me parece que tus seres vivos se achicharrarán.
Re, abrió
sus enormes ojos ofendido, y se escondió en su planeta. Aunque empezaba ya a
hacer mucho calor.
-No me
molestes Uk, y será mejor que te ocupes de tu congelador- Dijo Uk, sudando a
mares-. Tus seres vivos serán máquinas de moco.
Oh, mientras
tanto, escuchaba atentamente a sus amigos, y decidió crear una perturbación en
medio de ambos planetas, colocó una semilla y lentamente se formo un pequeño
planeta.
-¡Es
trampa Oh!- Grito Re-. Allí no había nada hasta que tú lo creaste.
-Nada
dicen las reglas que no pueda crear mi propio planeta- Se defendió Oh-. No
podemos interferir con el planeta de los demás, pero nada dicen de crear uno su
propio planeta.
Re
ofendido, se concentró en su pequeño y frío planeta. Era demasiado pequeño.
Entonces decidió que tendría un enorme volcán, agitó los fuegos internos del
planeta y provocó una gigantesca erupción. Ahora estaba mucho mejor, su planeta
viviría de su propio calor, al menos durante un tiempo.
Uk, tenía
otro problema. Los mares se evaporaban, todo era muy caliente. Con esfuerzo
había creado unas formas de vida muy resistentes, pero luego de unos millones
de años, las pobres quedaban cocinadas. Para colmo se acumulaban gases tóxicos,
producto de las reacciones químicas impulsadas por las elevadas temperaturas.
Oh y Re
se reían a carcajadas, viendo a Uk transpirar todo el tiempo. Uk, decidió
aumentar entonces los gases de la atmosfera para que no lo vieran. Además
quería quitarse toda la ropa y quedarse en calzoncillos. No fue buena idea, el
efecto invernadero de una atmósfera tan densa y rica en dióxido de carbono,
sólo empeoró las cosas.
En el
planeta recientemente creado, Oh tenía problemas también. El eje del planeta era
inestable, muy inestable. Catástrofe tras catástrofe amenazaban con hacer volar
el planeta por los aires. Entonces se le ocurrió una gran idea, su mundo
necesitaba un contrapeso. Atrajo hacia su planeta un planetoide vagabundo,
chocando con estrépito. Pero de este cataclismo nació un gran satélite, y el planeta
se estabilizó.
Re,
miraba con envidia, los logros de Oh. Entonces tomo dos grandes asteroides y
los atrapó en la órbita de su planeta. Estaba muy contento, el tenía dos lunas que
giraban a gran velocidad. El efecto era desconcertante.
Re fue el
primero en lograr que aparecieran
moléculas autorreplicantes, y luego células primitivas. Pero su planeta,
muy pequeño, dejaba escapar su atmósfera. Desesperado Re atrapó el agua y gran
parte de la atmósfera en las rocas, enfrió el planeta y protegió a sus
preciosas formas de vida en el subsuelo. Allí podrían resistir miles de
millones de años.
Oh,
mientras tanto, no lograba estabilizar, las moléculas de la sopa primitiva,
demasiado diluida de su planeta, demasiada agua lluvia y lluvia. Pero a veces
los constructores son afortunados, y varios cometas errantes impactaron contra
el planeta. Todos eran muy ricos en materia orgánica. Pocos cientos de millones
después, aparecieron las primeras células.
Mientras
tanto no había noticias de Uk, tras su cortina de nubes.
Pasaron
los miles de millones de años. Re cuidaba de su mundo frio y desolado, pero
allí había vida, en el subsuelo pululaban distintas formas celulares,
perfectamente adaptadas.
Por otra parte
el mundo de Oh, era exuberante, había no solamente organismos unicelulares,
sino seres multicelulares, plantas y animales con locomoción y sistema nervioso.
Hasta la extraordinaria y rara aparición de inteligencia orgánica.
Oh,
tomaba nota y registraba todo. Para ganar su apuesta, documentaba todo por
triplicado.
Pasaron
los eones.
Re
cuidaba de sus primitivas formas de vida.
De Uk no
teníamos noticias era demasiado testarudo, siempre oculto en su planeta
cubierto de nubes tóxicas.
Oh,
miraba con preocupación a los bípedos que contaminaba y destruían el ecosistema
de su planeta. Habían hecho algo interesante, que a los constructores no se les
había ocurrido. Nombraron los planetas. Llamaron Tierra, al planeta donde vivían.
Venus al caliente horno de Uk y Marte a la heladera de Re. Pero a Oh, no le
gustaban estas pequeñas criaturas presuntuosas.
Oh, sonrío,
cuando los bípedos de gran cerebro, se exterminaron entre ellos. Por suerte
habían sobrevivido unas hermosas cucarachas y algunas plantas en los
continentes, mientras la vida todavía era abundante en el mar. La guerra había
provocado un exceso de radioactividad pero en unos millones de años se
limpiaría. Por suerte no volvió a aparecer otra especie inteligente, propiedad
por otra parte muy sobrevalorada.
Re estaba
furioso, sus hermosas formas de vida prácticamente habían desaparecido. Los
bípedos del planeta de Oh, habían contaminado su suelo y atmósfera, con burdas
sondas interplanetarias. Las bacterias terrestres más complejas y
evolucionadas, competían eficientemente con los simples organismos marcianos.
Las eras
pasaron, y el sol amarillo empezó su lenta agonía. Creció como una gigante
roja, cuando el planeta de Uk, fue engullido, finalmente éste salió corriendo
con cara de pánico y sin decir nada se ocultó en los anillos de Saturno. En
diez mil millones de años no había logrado que la vida evolucionase en Venus,
pero si había aprendido mucho sobre cristales, radiación y gases tóxicos.
A medida
que el Sol fue expandiéndose la Tierra se calentó demasiado y los mares
hirvieron, la vida desapareció. Oh marcó el día, y la hora en sus registros,
había sido un proyecto interesante.
Se reunió
con Re en Marte y buscaron bacterias, había muchas de las terrestres, pero esas
no contaban, no eran nativas. Ni Re ni Oh, encontraron vida nativa. Habían
sucumbido ante la agresividad de las invasoras. Aparentemente Oh había ganado
la apuesta, después de todo los únicos seres vivos del sistema provenían de la Tierra.
Pero Re
no se dio por vencido. Le pareció ver algo extraño en las bacterias terrestres,
tenían orgánulos similares a sus bacterias marcianas. Examinándolas en detalle
vio, que sus bacterias vivían aun dentro de las células terrestres. Habían
desarrollado algún tipo de simbiosis. De
alguna forma, las células terrestres necesitaban la antigua sabiduría metabólica
de las células marcianas.
El sol
rojo calentó Marte, que floreció en vida. Ambas formas de vida combinadas la
marciana y la terrestre, crearon un ecosistema tan rico y complejo como en su
día fue la Tierra. Pequeños mares, pululaban de vida. Miles de millones de años
después cuando la vida en la Tierra era sólo un recuerdo, y la tierra misma
había desaparecido, la inteligencia comenzaba a dar sus primeros pasos en el
planeta rojo.
Uk
aburrido, experimentaba en Titán y otras lunas, creando formas de vida, que
combinaban cristales y formas de carbono. Después de todo, había aprendido a no
darse por vencido y además las reglas de
la apuesta nada decían sobre la posibilidad de intentarlo más de una vez en
diferentes planetas o lunas.
Tal vez,
deberían esperar otros diez mil millones de años para decretar un ganador, si
es que lo había.
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