EL robot
“Todo es explicable en los términos de la
conducta de un niño pequeño”
Stanislaw Lem
"El ordenador es la evolución lógica
del hombre: inteligencia sin moral"
John
Osborne
La carcasa
brillante del robot, reflejaba la luz del sol. Los oscuros ojos, facetados, no
reflejaban emoción, pero los paneles de la cara fluorescían con un débil color
naranja.
El brillante escarabajo se debatía entre los
delgados dedos del robot.
De repente, la
mano se cerró con fuerza, y se escucho el crujido del exoesqueleto del insecto,
al ser aplastado. El robot observaba con atención, los paneles cambiaron a
color azul claro.
-Está muerto-.
Dijo el robot, sin emoción, aunque el color verde-amarillento del panel facial,
indicaba miedo, aprensión.
-Si-. Contestó
la Dra. Elena Martínez, especialista en psicología robótica. Eso sucede si
apretamos demasiado, el insecto muere.
-¿Puedo yo
morir?-. Preguntó el robot.
-¿Qué crees tú
Manu?-. “Manu”, así habían llamado al robot en honor al doctor Chandran, que
era hindú y diseñador del cerebro del robot.” Manu”, según la mitología hindú,
había sido el primer hombre. Manu significaba también, “mente”, parecía un
nombre muy apropiado.
-No lo sé-.
Contestó el robot.
-¿Estoy vivo?-.
Preguntó enseguida, mientras sus paneles faciales viraban al rojo, al negro y al verde.
-Pues, hay
diferentes clases de vida-. Dijo Elena, mientras trataba de interpretar las cambiantes emociones del robot.
-El insecto
estaba vivo, las bacterias también, las células en un cultivo. Hay diferentes formas
de vida. Yo creo que estás vivo. Pero es más importante lo que tu pienses
Manu-.
El robot miró
largamente, la cara de la Dra. Martínez, sus paneles cambiaron de color
repetidas veces hasta quedarse en blanco. Eso era muy extraño. Pensó Elena
Martínez.
Manu era el primer robot, con una mente indistinguible
de la humana según todos los parámetros. Sin embargo y a pesar de todos los
tests, ella sentía que no era humano. No sentía ninguna empatía hacia el robot,
había algo fundamental que fallaba.
A la velocidad
del rayo Manu extendió su brazo de titanio y atravesó el corazón de Martínez,
que ni siquiera llego a demostrar sorpresa.
Manu movió el
brazo lentamente, examinando el cuerpo de la mujer, como antes examinara el
escarabajo, mientras el rostro de lo que una vez fuera Elena Martínez se
balanceaba delante de él.
-Diferentes
formas de vida-. Dijo el robot. Observando detalladamente el rostro del humano
muerto.
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