El último niño
“Lo que pongas
en los primeros años de tu vida quedará en ella hasta más allá de la muerte”
Anónimo
“Si dios existe y es omnipotente, entonces estamos en la mente
de dios, somos niebla una irrealidad, una nada. Hasta la muerte es una ficción,
no hay nada privado ni único, nada irrepetible. ¿Hay acaso un peor castigo?”
Magnus Bolfort
El niño parece estar
solo en la habitación, camina sobre la cama vacilante mirando más allá de lo que
era una ventana. Aparenta estar esperando a alguien, asustado y maravillado a
la vez de estar solo. Se baja apenas alcanzando el piso desde la cama, camina con
sus piececitos, hasta lo que quizá era la puerta de salida de la casa y la mira ladeando la cabeza, pero
nadie llega.
Cansado de
esperar vuelve a la cama subiendo con
esfuerzo, allí se para haciendo equilibrio con sus piernas regordetas sobre el
blando colchón. El jardín más allá de la ventana seguía allí. El niño repite esto varias veces, cada vez más rápido y más
angustiado, llorando, hasta que se hace de noche. Finalmente, sobre la cama se duerme,
cansado, respirando entrecortadamente y llorando.
La imagen creada
por un proyector de realidad, cambia y se hace borrosa. Vemos entonces que
el paisaje es otro, estamos en un bosque ralo, el perfume de las hierbas, a
la tierra y el compost, se sienten profundamente. Hay mucha humedad y hace
calor, el niño camina solo y cada color y cada olor es nuevo, la sensación es
embriagante y de asombro, pero lejana y antigua, como la del hogar olvidado hace largo
tiempo.
La imagen y las
sensaciones se desvanecen y el cuarto se iluminaba en medio de un ruido blanco.
Los dos seres,
altos y enjutos parecen estar en un estado de conmoción profunda. Ambos aparentan ser increíblemente viejos, aunque no tienen arrugas, ni nada que denote su edad, es sólo una sensación, un aura. El más alto, viste una túnica azul,
el otro más pequeño, lleva una túnica roja.
El proyector de realidad permite revivir una y otra vez
las sensaciones, pensamientos y emociones, era estar allí, los seres habían
sido realmente ese niño.
-Es todo lo que
tenemos- dijo con esfuerzo el ser, de túnica larga y roja-. Son los únicos recuerdos que hemos podido rescatar
del cerebro. Los tejidos han estado en hibernación demasiado tiempo, pero la
huella de estos recuerdos era tan profunda que es lo único que queda.
A pesar de lo
degradadas que están las imágenes, las sensaciones, los olores, la angustia y
el asombro, todo está allí, irrepetible pero lo hemos preservado para siempre,
no tenemos nada como esto, no al menos desde hace veinte mil años.
-¿Cuál sería su
valor?- dijo, el otro ser más alto que vestía una túnica azul-.
-Incalculable-respondió,
el de túnica roja que parecía un técnico-. Nadie ha visto a un niño, ni sentido
sensaciones como estas desde hace milenios.
-¿Por qué la
primera secuencia de imágenes se observa en tercera persona y la escena en el
campo en primera?- dijo, el ser más alto-.
- Creemos que
las imágenes en tercera persona donde se ve al niño, son la reelaboración de un
recuerdo- afirmó, el subordinado-. Es decir, el niño que vemos es el adulto
viéndose a sí mismo cuando niño, o mejor dicho que imagina verse a sí mismo. El
origen de este recuerdo, está en una situación real. Lo que ocurre es que
probablemente este ser, durante su vida, ha elaborado esta situación una y otra
vez, debido a la importancia para el sujeto. Seguramente lo que estamos viendo
es una representación muy posterior, a los hechos que ocurrieron originalmente.
Pero seguramente esa sensación de soledad y angustia iniciales, de estar
separado de sus padres debieron ser muy importantes para él posteriormente.
-¿Han datado ya
el cuerpo y las instalaciones?- dijo el ser de túnica azul, que claramente
manejaba la situación-.
-Por la
tecnología utilizada en la conservación del cuerpo, probablemente podemos
ubicarlos en el siglo veintidós o veintitrés, es decir son obviamente
anteriores a la gran catástrofe- dijo, el ser de túnica roja, que pareció
estremecerse al verse obligado a nombrar el antiguo mal que había asolado al
planeta-.
¿Qué haremos con
los recuerdos? ¿Los venderemos?-preguntó, luego de recuperarse-. Podemos
desarrollar un compuesto de rápida oxidación que no pueda ser copiado. Podríamos
vender millones de dosis. Luego podríamos desarrollar niños artificiales
basados en estos recuerdos, ganaríamos una fortuna. Los recuerdos seguramente
crearán la necesidad compulsiva de tenerlos.
- No, sería muy
arriesgado-dijo, el ser más alto-. Podrían extraer el recuerdo, de un cerebro
artificial, mientras le aplican la droga, no sería perfecto, pero sería
suficiente. La idea de vender niños artificiales es muy interesante y
peligrosa. Sería regresar a una forma de vida que ya hemos abandonado, despertar
emociones olvidadas podría tener consecuencias impredecibles. Las
circunstancias y la evolución han dejado atrás todo lo que hemos observado y
sentido, es mejor así.
Mantendremos en
nuestro poder la información- continuó-. En caso de que sea necesario utilizar
estos recuerdos, nosotros nos reservaremos el poder de utilizarlos. Tal vez sea
necesario en algún momento para revitalizar o manipular a la población. Ahora
retírate, buen trabajo y no es necesario recordarle que todo esto es absoluto
secreto, cualquier filtración de la información conlleva ya sea el borrado
completo de la memoria, reprogramación o destrucción del hardware-cuerpo.
El ser de túnica
roja, se retiró realizando una profunda reverencia.
En la soledad de la sala el ser de túnica azul, extendió una mano
pálida y de larguísimos dedos sobre una esfera cristalina. La habitación se
oscureció, y el proyector de realidad llenó la estancia.
El niño observaba
la ventana, y a través de la impresión neural, el extraño ser era, una vez más, el niño que observaba con
avidez el jardín oscuro y el mundo que se intuía más allá de la vieja ventana.
La sensación de
angustia, soledad y maravilla formaban un momento privado, único, separado e
inaccesible para dios. Todo era posible a partir de allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario