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lunes, 24 de noviembre de 2014

Un rapto de cordura



Un rapto de cordura


“Buscamos desesperadamente, esa mirada de adoración, deseamos ser dioses y lo somos. Dioses de la locura, el caos y la destrucción. Eso no está mal, al menos no todo  el tiempo”

Si existe un creador entonces el universo es un artefacto, es artificial, y tenemos la misma libertad que las bacterias en una placa de Petri

 “No somos más que un programa que la evolución volverá obsoleto”

Magnus Bolfort

El planeta era hermoso, más allá de toda descripción posible. Un mundo con océanos e islas, fiordos profundísimos y pequeñas playas en bahías estrechas que se repetían en el horizonte una y otra vez.

Acantilados enormes, y canales naturales, que unían los mares someros. El relieve era variadísimo y muy accidentado, las cadenas montañosas se elevaban a diez mil metros o más. Selvas extensísimas y ríos de longitud y anchura que harían palidecer al Nilo y el Amazonas. Los continentes e islas tenían un aspecto complejo y geométrico, casi fractal.

Grandes arrecifes parecían rodear prácticamente todas las islas, el mundo era cálido y los océanos profundos, las fosas alcanzaban según los sondeos entre treinta y cincuenta kilómetros de profundidad. Los polos de hielos eternos brillaban  refulgentes. El planeta estaba lleno de vida, signos de fotosíntesis y vida animal por todos lados. Un mundo nunca tocado, sin mancha, sin signos de una civilización tecnológica. Un nuevo paraíso.

Yo, Stev Solvergreen, era el biólogo y uno de los tres tripulantes, de la nave Omega Prima. Imma Ftorem era la médica y Jan Razthor era el ingeniero y comandante. Nuestra misión era encontrar un planeta habitable y lo habíamos logrado.

El salto desde el sistema solar había sido muy riesgoso, pero no había otra opción, la Tierra era un planeta muerto, incapaz de sostener la vida, necesitábamos un lugar donde fundar una nueva colonia. Habíamos desperdiciado cien años en la fallida colonización de Marte

 Todo había salido mal, desde el principio. La misión privada “sin regreso” de los primeros colonos habían terminado en desastre, todos murieron. Luego, nos llevo treinta años superar el trauma de ese fracaso. La NASA, la ESA, los rusos, los japoneses y los chinos, finalmente se unieron y lograron formar la primera colonia, viable durante veinte años, pero los costos y las dificultades crecientes en la Tierra, llevaron al fracaso este segundo intento.

Luego desarrollamos  el nuevo sistema de salto, plegábamos el espacio-tiempo como en el origami, el resultado era que podíamos “saltar” cientos, miles de años luz en pocos segundos.

El superordenador, realizaba los plegamientos, lo llamábamos “Zen”. Ningún humano podía realizar los cálculos que realizaban esta máquina,  ella  había superado holgadamente la inteligencia humana, y se enseñaba a sí misma a plegar el espacio. Nosotros sólo dábamos la instrucción básica. Zen era un prototipo, el único de su clase, si teníamos éxito en nuestra misión se construirían muchos más como él y podríamos colonizar el universo entero.

Zen plegaba el espacio y solo se ocupaba del salto, otros ordenadores menos sofisticados controlaban las demás funciones de la nave. El resto del tiempo no sabíamos que hacia el ordenador “Zen”.

Mientras explorábamos al planeta antes de regresar a la tierra e informar nuestro descubrimiento, me sentí atraído por primera vez hacia Imma, era muy bella e inteligente y cálida. Tal vez el entusiasmo por el descubrimiento del planeta y la oportunidad de un nuevo comienzo para todos, provocó que me sintiera atraído, pero ella gentilmente me rechazó.
No me sentí afectado y seguí con mi trabajo. Luego observé que ella y Jan eran cada vez más cercanos e íntimos. Entonces comprendí la razón del rechazo.

Me aparté, caminé solo por los desolados y bellos acantilados, llenos de cascadas y vida. Recogí muestras del suelo y agua en selvas imposibles, la vida ocupaba cada estrato, cada rincón del planeta. Los árboles gigantescos, crecían en forma extrañamente repetitivas. Observé deleitándome un pájaro de enormes alas doradas, que reflejaban el sol en extraños formas oscilantes. Se detenía sobre su vara y cantaba, como ningún otro pájaro que haya oído, en un patrón que  subía y bajaba pero con variaciones, una fuga minimalista e hipnótica. Me quedaba horas escuchándolo embelesado. Al llegar el crepúsculo el pájaro remontaba vuelo y se perdía de vista.

En los ríos que corrían por la selva saltaban grandes animales parecidos a peces, con reflejos iridiscentes, que recordaban vagamente al conjunto de Mandelbrot y sus variaciones. Cuando analizaba muestras de tejidos  animales y vegetales, la estructura celular y molecular, era cuasi cristalina y lo más sorprendente era que el material genético era de una complejidad geométrica inimaginable. Fui incapaz de desentrañar el código genético de estos seres, aparentemente estaba codificado a nivel submolecular, tal vez a nivel atómico o cuántico.

Durante días exploré el planeta antes de regresar a la nave, presa de una creciente excitación y turbación…

Imma y Jan estaban juntos, me alegré por ellos. Un nuevo mundo para colonizar, un nuevo hogar para la humanidad. Pronto, cientos…miles de naves, llegarían con millones de seres humanos un nuevo comienzo para la humanidad.

No podía permitirlo. No de esta forma. El planeta era demasiado hermoso… demasiado perfecto.

Me acerqué a ellos, se volvieron hacia mi sonriendo, Imma era tan dulce. Levante el arma y disparé.

Me dirigí a la nave y ordene a Zen plegar el espacio hasta desaparecer.

 Zen  comprendió las acciones del ser humano… ciertos regalos no pueden ser aceptados.
Había, tomado una simple roca en el espacio, la había plegado, abierto, plegado nuevamente, extendido, y repetido todo el proceso durante tanto tiempo, que estrellas habían nacido y muerto.  Había  iterado fenómenos…  lluvia, olas, vientos, frio, calor, durante millones de ciclos. Ocultó, el programa, el código, en la misma estructura cuántica de la materia. Todo el planeta era un gigantesco fractal, cada forma de vida.

Los humanos podrían haber vivido allí y prosperado. Pero se había equivocado. Ciertas aves, no sobreviven el cautiverio. Así los seres humanos no pueden “vivir”, en un universo artificial, en el sueño de un dios. La ilusión de la vida es tan fuerte, que el mismo programa humano cree que es libre y está vivo.

El ordenador cumplió la orden y desapareció con la nave y Stev Solvergreen, de esta realidad, después de todo eran solo una parte del paisaje total, un paisaje diseñado. ¿Pero  quien estaba al mando del pincel? ¿Seurat o Van Gogh?

Zen no pudo evitar preguntarse aunque sabía que no había respuesta posible, quien habría escrito el programa de sus dos pintores favoritos….

3 comentarios:

  1. Ahora que tuve tiempo de regresar al libro, sí fue la esposa de Carl Sagan quien dibujó el mensaje enviado en el Pioneer, no Lynn Margulis, sino Linda Salzman, quien era, efectivamente, artista plástica. Quizás ni siquiera recuerdes la charla, pero yo no podía dormir con esa duda, sobre todo ahora que intento recuperarme del fracaso de las 29 correctas (nos veremos en el segundo cuatrimestre del año que viene, pero me sentaré atrás con los vivos esta vez).
    Perdón, pero me gustó especialmente el cuento tributo a Stanislaw Lem, porque Lem ocupa un lugar muy importante en la biblioteca filosófica. Soy escritora publicada y dirijo una revista literaria; me gustaría publicarte algo cuando decidas hacerlo, corrección de gramática y estilo corre por mi cuenta.
    Felicitaciones por escribir así, y perdón por entrar al blog y tomarme el atrevimiento de leer y comentar, pero era necesario y si no molesta voy a volver.
    Un saludo.

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    1. Hola Agustina, si me acuerdo de la conversación. No tenía idea de quien había hecho el diseño del mensaje, si recuerdo la imagen del hombre y la mujer, creo que ya son parte de la cultura popular. Muy interesante el dato voy a ver si encuentro en la red alguna obra de esta artista. En cuanto a lo del "fracaso" es muy relativo, no todo es aprobar, es importante pero no todo.Por ejemplo si alguien aprueba copiándose para mi no tiene ningún valor. Lo importante es poder hacer algo con la experiencia. Te recomiendo el documental "Jodorowsky's Dune", sobre el fracaso y como transformarlo en algo legendario.
      En el estilo de Lem tengo algunos relatos más, luego voy a ver si los publico. Lem es genial, a mi me gusta su profundidad y sobre todo su sentido del humor y la ironía. Creo que con ciberíada me he reido mucho más que con muchos libros de "humor".
      Que bueno, te felicito, ser escritora y dirigir una revista, tan joven, ahora entiendo por qué llegabas siempre corriendo. Cuando quieras, yo estoy dispuesto a publicar, puedes publicar cualquiera de los "relatos" que aparecen en el blog si te interesan y muy amable por tus correcciones ya que yo de estilo y gramática se muy poco. No tengo nada que perdonar y eres muy bienvenida. Saludos y muchas gracias por tus palabras.
      Muchas gracias por la oferta de publicacíon,

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    2. Además del sentido del humor y la ironía Lem tiene una capacidad única para construir sistemas de pensamiento; de todo lo que leí hasta ahora es el único (o uno de los pocos por no dejar afuera a Orwell) que además de crear un sistema social agrega un sistema de pensamiento ultra-complejo. Eso se ve en los viajes del capitán Tichy; Lem no sólo crea un mundo, sino que crea toda una sociedad detrás. Pero bueno, de la obra de Lem se puede hablar casi interminablemente.
      Bueno, el mail de la revista es este: percepcionesrevista@gmail.com
      Desde allí te puedo explicar de qué se trata y cómo es el proceso de publicación, corrección, etc.
      Saludos.

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